
Sabemos que el sentido de ser maestros, es el de servicio, y con eso lleva el de hacer el mejor esfuerzo por que las personas queden lo mejor satisfechas posibles con nuestro trabajo; más aun cuando se trata de trata de trabajar con personas pequeñas.
A las que nos hay que darles un gran obsequio, para quedar bien con ellos, ni de vestir las prendas de moda, de las mejores marcas, ni de andar con la mejor tecnología para podernos comunicar.
Simplemente, aquellas a las que les agrada un trato equitativo, una sonrisa por encima de cualquier circunstancia, al que le agrada el juego y el contacto humano, sentirse queridos y apoyados, en los momentos difíciles.
Es el sentido de ser maestros, el demostrar nuestro afecto, el escuchar, el callar, el estar cuando mas se nos necesita; siempre ser humanos con lo que suceda a nuestro alrededor, para ser capaces de poder ayudar.
Ese es el tacto, aun que sabemos que en nuestra carrera manejaremos el tacto pedagógico; siendo la forma conciente del como ser y actuar con los niños. Y no solo con ellos con los padres de familia y con la sociedad, para apoyarnos y lograr el objetivo de un desarrollo armónico.
Sin embargo no será fácil, pero nuestra formación se va dando día con día, paso a pasito, y cuando menos no lo esperamos habremos llegado al fina. Aprendiendo cosas nuevas, como la enseñanza que nos ha dejado Max Van Manen; el saber como tratar a un niño, nos abrirá su corazón, dando con ello lo mejor de él y de nosotros.
Y con cada enseñanza, tal vez no siempre las tomamos en cuenta; pero esta en verdad será muy necesaria, pues en nuestras próximas prácticas, debemos de ser muy observadores, y diseñar buenas actividades para trabajar con los niños, para que se sientan a gusto, para no etiquetarlos, y para siempre ayudarlos, para guiarlos; y que logren sus metas.
Así por ello hay que reflexionar antes de actuar o de hablar, por que no sabemos que daños podamos causar a las personas que nos rodean, tal vez las podamos hundir, dejarlas a la deriva, sin darles la oportunidad de demostrar de lo que son capases de lograr.
Hay que cerrar los ojos y abrir el corazón, para dejar de ver lo superficial, y amar el interior, lo mejor de cada uno.
BIBLIOGRAFÍA
Van, Manen Max. “El tacto pedagógico” y “El tacto y la enseñanza”. En El tacto en la enseñanza”. Pag. 159 - 192 y 193 - 214
A las que nos hay que darles un gran obsequio, para quedar bien con ellos, ni de vestir las prendas de moda, de las mejores marcas, ni de andar con la mejor tecnología para podernos comunicar.
Simplemente, aquellas a las que les agrada un trato equitativo, una sonrisa por encima de cualquier circunstancia, al que le agrada el juego y el contacto humano, sentirse queridos y apoyados, en los momentos difíciles.
Es el sentido de ser maestros, el demostrar nuestro afecto, el escuchar, el callar, el estar cuando mas se nos necesita; siempre ser humanos con lo que suceda a nuestro alrededor, para ser capaces de poder ayudar.
Ese es el tacto, aun que sabemos que en nuestra carrera manejaremos el tacto pedagógico; siendo la forma conciente del como ser y actuar con los niños. Y no solo con ellos con los padres de familia y con la sociedad, para apoyarnos y lograr el objetivo de un desarrollo armónico.
Sin embargo no será fácil, pero nuestra formación se va dando día con día, paso a pasito, y cuando menos no lo esperamos habremos llegado al fina. Aprendiendo cosas nuevas, como la enseñanza que nos ha dejado Max Van Manen; el saber como tratar a un niño, nos abrirá su corazón, dando con ello lo mejor de él y de nosotros.
Y con cada enseñanza, tal vez no siempre las tomamos en cuenta; pero esta en verdad será muy necesaria, pues en nuestras próximas prácticas, debemos de ser muy observadores, y diseñar buenas actividades para trabajar con los niños, para que se sientan a gusto, para no etiquetarlos, y para siempre ayudarlos, para guiarlos; y que logren sus metas.
Así por ello hay que reflexionar antes de actuar o de hablar, por que no sabemos que daños podamos causar a las personas que nos rodean, tal vez las podamos hundir, dejarlas a la deriva, sin darles la oportunidad de demostrar de lo que son capases de lograr.
Hay que cerrar los ojos y abrir el corazón, para dejar de ver lo superficial, y amar el interior, lo mejor de cada uno.
BIBLIOGRAFÍA
Van, Manen Max. “El tacto pedagógico” y “El tacto y la enseñanza”. En El tacto en la enseñanza”. Pag. 159 - 192 y 193 - 214
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